VAINA
Mi amigo Armando, con un olor bastante rancio por su edad, me dice:
-Quien hace ascos a los pelos del Chichi, no le cata.
Cuando, ociosos, paseamos las calles, andando de acá para allá sin determinación de sitio o lugar, siempre se fija en las carrilleras del culo de las tías, diciéndoles algo, poniéndome en un aprieto. Otras veces, al pasar al lado de ellas, las toca el culo.
El otro día, a una joven le gritó:
-Qué buena estás. Te llenaría el Ojete de espermas.
La chica se volvió a nosotros y, mirándome a mí, exclamó:
-Burro, más que Burro.
Cuando entramos a los bares servidos por camareras, parece un ave trepadora sobre la barra. Siempre acecha a las presas con sus ojos saltones que nadan como en espermas, parando el pensamiento en todas ellas.
Un día le dijo a una joven que parecía marroquí:
-Te chupo el Chichi, guapa; exclamando ella:
-No, no, no. Más respeto, `por favor.
A él le gusta mucho pacer los labios de la Vagina de mujer y su clítoris cono los animales hacen con las hojas y las puntas de los ramos de los árboles.
Tanto, que un día me propuso anunciarnos en un periódico local como “Chupadores de Coños”- ¡Y nos anunciamos¡
Tuvimos varias llamadas, pero, de las que elegimos, todas eran una grosería de desecho; viejas geriátricas que nos daban coces contra el aguijón cuando llegaban a un supuesto Orgasmo.
Para nosotros, sus Coños fueron joyas visigóticas dignas de exhibirse en un Museo Arqueológico Nacional.
Nos dimos de baje en los Anuncios, por supuesto; aunque dábamos existencia a una cosa sacándola de la nada.
¡Éramos creadores ¡
-Daniel de Culla